Fernando Benzo Mestre es un símbolo de todos cuantos hicieron posible la Transición a la democracia

Fernando Benzo Mestre es un símbolo de todos cuantos hicieron posible la Transición a la democracia La RADE homenajeó a quien ha sido uno de sus miembros más importantes en una sesión in memoriam

Fernando Benzo Mestre es un símbolo de todos cuantos hicieron posible la Transición a la democracia

Fernando Benzo Mestre no solo contribuyó decididamente al proceso de la Transición a la democracia, sino que es un símbolo de aquellos políticos que renuncian a un futuro más atractivo en el campo privado y se comprometen con el servicio público, y de cuantos españoles han trabajado para que España se constituyera en un Estado social y democrático de derecho. En estos términos se manifestaron los participantes en la sesión in memoriam organizada por la Real Academia de Doctores de España (RADE), en homenaje a quien ingresó, como Académico de Número, el 4 de febrero de 2004, con su discurso Las ideas jurídicas de Don Quijote, y en 2015 recibió la medalla de oro de la institución.

Abrió el turno de intervenciones el Secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo Sainz, después de que el Presidente de la RADE agradeciera la presencia a los asistentes, entre los que destacó al exPresidente del Parlamento Europeo, José María Gil Robles. Benzo Sainz destacó la capacidad de estudio de su tío, que aprobó sucesivamente las oposiciones a jurídico militar, abogado del Estado, inspector de servicios de Hacienda y letrado de las Cortes, antes de ocupar altos cargos en la Administración; así como su pasión literaria y pictórica y sus valores personales y familiares.

Creía, subrayó, en el servicio a los demás. En un servicio público basado en los principios inculcados por su padre: generosidad, moderación y justicia. Con ellos ejerció como diputado de la UCD y sus responsabilidades en Hacienda e Industria. “Es un símbolo de aquellos políticos que renunciaban a un futuro más atractivo en el campo privado y se comprometían en un proyecto que desembocó en esta España de libertad, prosperidad y justicia en que vivimos”, añadió.

Su ansia por aprender y descubrir no se agotó hasta los últimos días de su vida, prosiguió Benzo Sainz, al poner de relieve los rasgos que Fernando Benzo compartía con sus hermanos Miguel y Rafael, como la renuncia personal a gastos superfluos, un sentido del humor inesperado e ingenioso, una fe religiosa sin fanatismos excluyentes, un profundo afán de justicia social y una firme creencia y defensa de la familia como centro vital indispensable.

Una izquierda poco reconciliadora

Fernando Suárez González, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, afirmó que los servicios a la nación de Benzo Mestre se iniciaron ya cuando era coronel auditor, abogado del Estado, inspector de servicios de Hacienda y letrado de las Cortes. Con ese bagaje previo aceptó ser director general en el Ministerio de Hacienda, entre 1962 y 1968; Subsecretario de Industria, entre 1969 y 1974, y Subsecretario de Haciencia, entre 1974 y 1976. Fue consejero nacional del Movimiento, por Santander, y perteneció a la décima legislatura de las Cortes Españolas. Como literato, obtuvo el Premio Sésamo con su novela La búsqueda, y el Premio Villa de Las Rozas, con El pronunciamiento del brigadier Lezama. Su última novela fue Milagro en Monterreal. Y dedicó muchas horas de ocio a la pintura, con un estilo naïf de gran vistosidad.

Recordó Suárez el artículo publicado por el homenajeado en ABC, en 1977, en el que elogiaba la reforma política hecha en paz y sin estridencia. “Pocas veces, quizá ninguna, una clase política instalada en el poder haya decidido por sí misma cambiar una parte importante de su fundamento ideológico y ofrecer el poder al pueblo de una forma nueva y abierta”, decía el autor. Mantenía Benzo Mestre que, para escribir una historia nueva, el espíritu de concordia tenía que sobreponerse a cualquier otro resentimiento. Pero, enseguida se empezó a demostrar que las cosas no iban a ser así. La izquierda entraba en el juego político con actitud bien poco reconciliadora, como había anticipado el homenajeado en unas declaraciones a ABC.

Muchos centristas, agregó Suárez, “cayeron en el error de suponer que para ser demócrata había que ser antifranquista. La proclamada reconciliación no se produjo en rigor entre vencedores y vencidos, sino entre gobernantes centristas y los nacionalismos y las izquierdas, concordes ambos en el alejamiento de cuanto había significado el régimen instaurador de la Corona. La izquierda advirtió que aún siendo su tradición histórica tan poco democrática como la de la derecha, iba a poder extender su versión de los acontecimientos sin resistencia alguna. Y de ahí que el camino entonces iniciado haya desembocado en una situación en la que los herederos de los vencidos en 1939 pretenden alzarse con la victoria, mientras los vencedores no tienen herederos”. Me consta, precisó Suárez, “que esa política hacía especialmente incómoda la situación de Fernando Benzo Mestre que, tras la aprobación de la Constitución, abandonó la vida política sin estridencia alguna y con el señorío y la discreción que caracterizaron toda su vida”.

Benzo Mestre, terminó Suárez, “es un símbolo de cuantos españoles hemos contribuido a que por fin España se constituya en un Estado social y democrático de derecho, y los autoritarismos hayan entrado en la historia, esperemos que definitivamente; pero sin falsificar sus orígenes, sin denigrar sus realizaciones y sin intentar siquiera considerar producto de la dictadura a la Corona, felizmente restaurada y de cuya capacidad integradora tenemos tan recientes y definitivas pruebas”.

Un sabio de la vida

Para Luis María Cazorla Prieto, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, la nota predominante de Fernando Benzo Mestre fue ser jurista, y con ella personifica una generación que urdió los mimbres de un sistema jurídico que permitió la llegada del sistema democrático. Fue, además, un sabio de la vida, con un conjunto de cualidades con las que superó su condición de jurista. Sabio como jurista profesional, lo fue también como patriota y con su forma de ser, y supo llevar a cabo una vida plena y ayudar a los demás a tenerla.

Antonio Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz, Académico de Número de la sección de Derecho de la RADE, resaltó la figura de Benzo Mestre como doctor y como letrado de las Cortes. Se doctoró en 1964, con 40 años, después de haber sacado todas las oposiciones mencionadas, dijo. En la RADE fue elegido miembro de la Sección de Derecho en 2003, con el aval de Alberto Ballarín, y tomó posesión el 4 de febrero de 2004, con su discurso Las ideas jurídicas de Don Quijote. Tenía entonces cerca de 80 años y ocupaba la medalla número 43, que antes tuviera Manuel Fraga. En 2015 se le concedió la medalla de oro de la corporación.

En 1958 se incorporó al puesto de letrado de las Cortes, con el número uno de la oposición, junto a otros tres opositores, dos de los cuales estaban presentes en la sesión: Mariano Arana y José María Gil Robles. Desde su ingreso, apuntó Giménez-Blanco, hace casi 60 años, apoyó de forma extraordinaria la entrada de las mujeres en las Cortes.

De fácil acceso y siempre dispuesto a ayudar

En nombre de toda la familia, y especialmente de su madre, Javier Benzo Perea dio las gracias a todos por el homenaje ofrecido a la memoria de su padre. Rememoró su ingreso en la RADE y la enorme satisfacción que le produjo, porque lo valoraba de forma muy especial, Comenzó la carrera de Medicina, agregó al hacer un recorrido sobre su vida, pero al acabar el primer curso decidió seguir la de Derecho, que terminó en tres años para no sobrecargar la economía familiar, con nota media de sobresaliente.

“Nunca aceptó puestos por motivos económicos, sino por su vocación de servicio público”, señaló. Entre las diferentes opciones que tenía, decidió ejercer como letrado de las Cortes porque aglutinaba todo lo que le gustaba: las leyes, el servicio público y la política. Era hombre de fácil acceso y siempre dispuesto a ayudar. “Era habitual que vinieran personas a casa a solicitar su ayuda o su consejo”, subrayó Javier Benzo. Su salud era a prueba de bombas, salvo el marcapasos que llevaba desde hacía años. No bebió ni fumó. Dormía ocho horas diarias. No hacía deporte, cuya práctica consideraba poco aconsejable. Le divertía jugar al mus. Si ganaba, le gustaba contarlo “y, cuando perdía, se quedaba en silencio, que todos respetábamos”, puntualizó.

Cuando se jubiló hizo todo lo que antes no había podido hacer, como escribir y pintar cuadros, que cuelgan de las paredes de las casas de hijos, nietos y amigos. “Tenía un carácter tolerante y comprensivo, pero exigente y perfeccionista, seguramente más con él que con los demás”, continuó el ponente. “Nunca hablaba de sí mismo, sino de nosotros y de nuestros éxitos”. Se sentía defraudado con la pérdida de ética y moralidad en la sociedad, sobre todo en sus dirigentes, y no entendía que la religiosidad estuviera fuera de moda. “Era optimista y creía en un mundo mejor”, terminó Javier Benzo.

Antes de levantar la sesión, el doctor Álvarez Fernández-Represa manifestó que la RADE se enorgullece de haber tenido a una persona como Fernando Benzo Mestre entre sus miembros, porque ha sido uno de los académicos más importantes que ha tenido esta casa.