Félix María Arocena: El Rito Hispano es la cuna del tiempo de Adviento para el occidente litúrgico

En el acto de su ingreso en la RADE, el nuevo Académico Correspondiente habló de la constitución y aportación del también conocido como Rito Hispano-Mozárabe

Félix María Arocena: El Rito Hispano es la cuna del tiempo de Adviento para el occidente litúrgico

El tiempo de Adviento surge durante la primera mitad del siglo VI por la transformación de un nuevo ciclo litúrgico de tres semanas, que actualmente son seis, de preparación a la fiesta in Apparitione Domini, que fue una creación del Rito Hispano, más tarde conocido como Hispano-Mozárabe, afirmó Félix María Arocena Solano, en su discurso de ingreso como Académico Correspondiente en la Sección de Teología, de la Real Academia de Doctores de España (RADE), en un acto presidido por el titular de la corporación, Jesús Álvarez Fernández-Represa.

En su discurso de ingreso, La constitución del Rito Hispano y la aportación de sus textos a la teología de la liturgia, Arocena señaló que, en la constitución y desarrollo del Rito Hispano se verificaron, aproximadamente, los mismos fenómenos verificables en la formación de otras liturgias occidentales, entre las que se encuentran la romana, la ambrosiana, la franca o la celta.

En las primerísimas experiencias litúrgicas de las iglesias de España, la estructura de la misa era casi idéntica a la celebrada en el rito de las Galias, que parece importada del África proconsular. “Los dípticos que ha conservado el Missale Mixtum (1755), junto con algunas de las fórmulas de enlace, que dan cohesión a la anáfora (ofrenda, sacrificio), se conjetura que son vestigios de una plegaria eucarística del siglo III. A la par que permanecían fijos el canto del Sanctus y el relato de la institución, variaban otras siete piezas de la anáfora, que eran expresamente compuestas para las celebraciones que discurrían a lo largo del año litúrgico y de cuya constancia dan fe los primeros calendarios cristianos”, añadió.

Es verosímil, prosiguió el recipiendario, que a partir del siglo IV “se utilizaran varias anáforas para cada una de las celebraciones eucarísticas ", que serían adaptaciones latinas de formularios que provenían de la escuela alejandrina. La invasión y ulterior estabilización de los visigodos en la península favoreció la solidaridad entre las iglesias hispanas y galicanas, que se prolonga hasta la desaparición del rito galicano. En esta primera fase de gestación del Rito Hispano, las iglesias ibéricas, como las galas, acogieron con entusiasmo los primeros libelli de la misa romana. De esta forma, ambas iglesias conservaron el relato paulino de la eucaristía y las antiguas fórmulas de enlace de la varias partes de la anáfora. Cristaliza así una singularidad de la liturgia hispana: la variabilidad de la anáfora.

Fase de compilación litúrgica

Cuando más intensas eran las relaciones entre las iglesias galas y tarraconenses, sometidas al poder militar ostrogodo, se plasma el mayor acontecimiento litúrgico del periodo: la creación de un nuevo tiempo litúrgico, un ciclo de tres semanas, actualmente son seis, de preparación a la fiesta in Apparitione Domini, que durante la primera mitad del siglo VI se transformó en tiempo de Adviento, cuya cuna para el occidente litúrgico fue el Rito Hispano.

El segundo periodo del nuevo rito se caracteriza por la facilidad con que se crean y multiplican los textos litúrgicos, indicó Arocena. En la liturgia visigótica esta segunda fase abarca siglo y medio, que se abre en la tarraconense con la comisión de colectas sálmicas por Justo de Urgel, sigue con Leandro y se cierra con san Ildefonso, que muere en el 667.

La tercera y última fase se caracteriza por el tránsito de los libelos a los libros litúrgicos organizados. Codificar, precisa Arocena, significa seleccionar los textos oracionales recogidos en los libelos, sin excluir su revisión, corrección y rellenado de lagunas; pero también, suprimir elementos que reflejaban bien las circunstancias ambientales del escrito original. El gran compilador del Rito Hispano fue Julián de Toledo.

Esencia de las liturgias occidentales

La influencia de las colectas de salmos sobre la vasta eucología (conjunto de oraciones contenidas en un formulario litúrgico) hispana fue tan decisiva, que algunos autores adaptaron esas oraciones a las solemnidades, los tiempos fuertes del año litúrgico e, incluso, a las fiestas de algunos santos, modificando o expandiendo el texto original. Los temas prevalentes son el misterio de Cristo, el misterio de la Iglesia, la fe, la penitencia o la visión beatífica de Dios, entre otros.

“Si se quiere describir el ‘genio’ del Rito Hispano frente al resto de liturgias occidentales, el estudio eucológico de la liturgia de las Horas resulta insoslayable, ya que fue precisamente en el Oficio divino donde se aprecia con mayor claridad la cooperación entre las escuelas litúrgicas de las tres grandes sedes metropolitanas: Tarragona, Sevilla y Toledo”, añadió Arocena.

En definitiva, concluye, “la esencia íntima de la liturgia encuentra en la eucología hispana una de sus mejores claves hermenéuticas. Ningún texto patrístico o magisterial sabrá enunciar la naturaleza del misterio del culto cristiano con tanta precisión y densidad de pensamiento como la misma lex orandi. Y esto ¿por qué? La explicación última consiste en que la unidad viviente de la obra de la salvación quiere hacerse nuestra en la Iglesia precisamente a través de su sacramentalidad”.

Interdisciplinar en saberes y aficiones

Licenciado en Físicas y doctor en Derecho Canónico y en Sagrada Teología, Arocena, presbítero incardinado en la Prelatura del Opus Dei, se caracteriza por la interdisciplinariedad de sus saberes y aficiones, además de capacidad de gobierno y de relaciones humanas, condiciones que facilitan la coordinación entre los miembros de una institución, como destacó la doctora Blanca Castilla de Cortázar, Académica de Número de la Sección de Teología, que presentó al recipiendario.

Arocena, continuó su presentadora, se especializó en el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo, de Roma. Actualmente, es profesor agregado de Teología Sacramentaria y Liturgia en la Universidad de Navarra, y profesor visitante en la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Es también Académico Ordinario de la Pontificia Academia Latinitatis, de Roma, y Académico Correspondiente de la Pontificia Academia de Teología, de Roma; además de Subdirector de la revista Scripta Theologica, de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

Entre sus libros, destacó Castilla de Cortázar Liturgia y vida, en el que profundiza en una convicción de san José María Escrivá, cuando afirmaba que cualquier cristiano, en su vida cotidiana, puede y está llamado a ser sacerdote en su propia existencia; es decir, que él mismo hace un ofrecimiento a Dios de sus trabajos, sus dolores y sus alegrías. Una tesis de una enorme riqueza para la vida litúrgica y personal, subrayó.