Alcanzar el 3 por ciento de déficit lo antes posible no es compatible con el crecimiento económico

Según Milagros García Crespo, de la Real Academia de Doctores de España

Alcanzar el 3 por ciento de déficit lo antes posible no es compatible con el crecimiento económico

  • La crisis de la deuda soberana ha demostrado que la unión monetaria europea era incompleta e imperfecta, y “que el euro solo puede funcionar en el futuro si se cambian las reglas y las instituciones”, señaló la académica de la RADE
  • Hoy los países de la moneda única solo pueden reequilibrar su economía reduciendo salarios y gasto público, “y sabemos que ambas medidas deprimen la economía”, afirmó la doctora García Crespo
  • “La solución pasa por aumentar la integración con un gobierno económico europeo”
  • La conferenciante aseguró que “la política monetaria no puede sustituir la unión fiscal europea ni las reformas que necesitamos”

MADRID (15-11-16).- “Hoy se está comprendiendo que la exigencia de llegar al 3 por ciento lo antes posible no es la mejor vía para compatibilizar la reducción del déficit, que se debe de reducir pero ampliando el plazo, con el crecimiento económico”, manifestó Milagros García Crespo, miembro de la Real Academia de Doctores de España (RADE), en la sesión “El euro: situación actual y perspectiva”, celebrada en la corporación.

Según la catedrática emérita de Economía Aplicada, exconsejera de Economía y Planificación del Gobierno Vasco y expresidenta de los tribunales de cuentas del País Vasco y de España, la crisis de la deuda soberana ha demostrado que la unión monetaria europea era incompleta e imperfecta, y “que el euro solo puede funcionar en el futuro si se cambian las reglas y las instituciones”, porque los países de la moneda única solo pueden reequilibrar su economía reduciendo salarios y gasto público, “y sabemos que ambas medidas deprimen la economía”. En este punto, puso como ejemplo “el caso más doloroso”: Grecia. Para no infligir tanto sufrimiento al pueblo griego se podían haber aumentado las transferencias fiscales a este país y haber cancelado deuda pública, “que es lo que se hace con las empresas cuando entran en bancarrota y los acreedores aceptan que no pueden cobrar todo”. Pero se aplicó el principio de subsidiariedad: quien se endeuda se hace cargo de la deuda en la esfera nacional y no en la europea. Pero, si Grecia se había endeudado irresponsablemente, también es cierto que fueron irresponsables los bancos europeos que se quedaron con su deuda. La ponente dio por cierto que hay que reducir el volumen de deuda pública y controlar los gastos, “pero se tiene que hacer con una política a largo plazo, porque sino es un suicidio, ya que se crean efectos depresivos enormes, y durante la crisis hemos comprobado que la ratio de deuda pública respecto al PIB crece mientras se reduce el gasto”.

“La solución pasa por aumentar la integración con un gobierno económico europeo, sin que ello signifique el fin de la función de los estados, que siempre podrán gestionar sus presupuestos en sus políticas nacionales y, a la vez, obedecer al gobierno europeo”, señaló.


Torpezas del FMI

“Otra enseñanza de la crisis repercute en el propio FMI, que muy recientemente ha reconocido que, al identificar los principales focos de peligro pasó por alto que había un potencial destructivo en la acumulación de deuda en algunos países, como es el caso de España, con importantes desequilibrios en la cuenta corriente de la balanza de pagos, que era el reflejo del endeudamiento privado”, dijo. Por otro lado, las imposiciones de la troika (Comisión Europea, FMI y BCE) a los países rescatados, Grecia, Irlanda y Portugal, eran manifiestamente mejorables. Las inyecciones financieras que se aplicaron en estos países no se completaron con alguna quita de deuda, lo que provocó que los ajustes fueran mucho más lentos. El mismo FMI ha reconocido que los rescates financieros se hicieron con algunas torpezas como, por ejemplo, al calcular la repercusión que la reducción del gasto público tendría sobre el tejido económico, “y varios países, entre ellos el nuestro, todavía pagamos las consecuencias”.

El euro atraviesa una de sus etapas más complicadas, y no es posible hablar de sus problemas sin fijarse en algo más profundo, que es la crisis de la UE, subrayó la doctora García Crespo en su disertación. “Hoy es necesario que se haga una profunda reforma de la eurozona y de su moneda, para poder salvar el proyecto, porque a la crisis del euro, provocada también por la gran crisis financiera de 2008, se han sumado la crisis migratoria y, desde el mes de junio, el Brexit”.

Desde 2011, prosiguió la ponente, la UE ha tomado medidas importantes para sustituir la inexistencia de política fiscal única, y lo ha hecho con una política monetaria no ortodoxa del Banco Central Europeo (BCE), continuó. Entre las medidas más acertadas adoptadas en este terreno, citó el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que concede préstamos a países de la eurozona con problemas graves de financiación. Este sistema desactivó una crisis de deuda cuando compró bonos soberanos de aquellos países europeos que cumplían las condiciones del mecanismo europeo, pero no tenían medios suficientes.

Riesgo de inestabilidad financiera

Hoy los tipos de interés están en cero e, incluso, son negativos, lo que beneficia la fluidez, pero perjudica el ahorro y las inversiones financieras. Pierden los fondos de pensiones y las aseguradoras, pero se abarata el coste de la deuda pública y se ha presionado a la baja la cotización del euro frente al dólar, lo que beneficia las exportaciones. Pero, como aseguró la doctora García Crespo, “permanecer mucho tiempo con estos bajos tipos de interés no facilita la intermediación financiera ni el flujo de crédito a la economía real; por el contrario, puede orientarse a la creación de burbujas y producir inestabilidad financiera”.

El área euro no es un estado y solo dispone de la política monetaria del BCE para actuar, pues carece de política fiscal, y hay que pensar en una política fiscal y estructural como absoluta necesidad. El BCE, en sintonía con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pretende evitar el estancamiento con una política monetaria expansiva, pero simultáneamente se utiliza una política fiscal restrictiva, como si el envejecimiento de la población, el precio del petróleo, la desaceleración china o el Brexit no fueran causas distintas”.

Tras calificar de acertada la actuación del BCE al convertirse en prestamista para evitar la voladura del euro, y reconocer que fue “una actuación extraordinaria que sustituyó momentáneamente a un mecanismo de trasmisión monetaria que había dejado de funcionar por insuficiencia de la unión bancaria, la conferenciante aseguró que “la política monetaria no puede sustituir la unión fiscal europea ni las reformas que necesitamos”.

Los vientos actuales apuntan a menos Europa antes que a más Europa, pero, para la académica de la RADE, “esta crisis de valores pasará, como han pasado otras, y continuará el proceso de integración europea que empezó hace 60 años”.